EL PROFESOR SUPLENTE
Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929-1994) Fue un escritor peruano, figura destacada de la llamada Generación del 50 y uno de los mejores cuentistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Recibió su primera enseñanza en el Colegio Champagnat de Lima, para posteriormente ingresar a la Universidad Católica del Perú (1946), donde cursó letras y derecho. Abandonó los estudios jurídicos en 1952, cuando se encontraron en el último año de la carrera, al recibir una beca para estudiar periodismo en Madrid, adonde se trasladó en noviembre del mismo año.
En julio de 1953, y después de ganar un concurso de cuentos convocado por el Instituto de Cultura Hispánica, viajó a París para preparar una tesis sobre literatura francesa en la Universidad La Sorbona, pero de nuevo decidió abandonar los estudios y permanecer en Europa realizando trabajos eventuales, y alternando su estancia en Francia con breves temporadas en Alemania (1955-56, 1957-58) y Bélgica (1957).
En 1958 regresó al Perú, y en septiembre del año siguiente viajó a la ciudad de Ayacucho, para ocupar el cargo de profesor y director de extensión cultural de la Universidad Nacional de Huamanga. En octubre de 1960 regresó a Francia. En París trabajó como traductor y redactor de la agencia France Presse (1962-72). En 1972 fue nombrado agregado cultural peruano en París y delegado adjunto ante la UNESCO, y posteriormente ministro consejero, hasta llegar al cargo de embajador peruano ante la UNESCO (1986-90).
Hacia 1993 se estableció definitivamente en Lima. En su país fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura (1983) y el Premio Nacional de Cultura (1993), habiendo sido galardonado también en 1994 con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, uno de los galardones literarios de mayor prestigio en el ámbito cultural hispanoamericano.
Ribeyro es un narrador perteneciente a la Generación del 50, un grupo de escritores que buscó una renovación en la narrativa peruana, y que tuvo como tema preferente la descripción de los cambios producidos en la sociedad limeña, que comenzaba a sufrir por esos años un acelerado proceso de modernización.
Considerado uno de los mejores cuentistas hispanoamericanos, entre los volúmenes de cuentos que publicó destacan Los gallinazos sin pluma (1955), Cuentos de circunstancias (1958), Las botellas y los hombres (1964), Tres historias sublevantes (1964), La juventud en la otra ribera (1973) y Sólo para fumadores (1987), que fueron reunidos en las recopilaciones La palabra del mudo (4 vols., 1973-92) y Cuentos completos (1994).
El espacio acotado por el autor es el de una burguesía limeña empobrecida, aunque incursiona a veces en ambientes marginales, manteniendo el esquema básico de la expectativa frustrada de los personajes, burócratas, seres grises y olvidados, sin voz, víctimas de la trama cruel de la expansión urbana y de una incipiente modernización. El trasfondo de estos relatos, a juzgar por la intención del narrador, es mostrar el fin del orden aristocrático en manos de una burguesía pragmática y vulgar.
En sus cuentos se percibe una constante argumental cíclica: el examen del entorno social y humano, que ratifica la certidumbre del fracaso de cualquier empeño; sus personajes, al final de cada historia, se encuentran siempre enfrentados a la frustración. Construyó así un mundo de poderosa coherencia interna, un universo dominado por un profundo escepticismo y un fatalismo derivados de la observación de la realidad. Este supuesto sustenta la sólida lógica interna de su cuentística, aun cuando es posible encontrar en ella matices de intensidad y tono. Cabe agregar que cultivó también relatos de corte fantástico, de excelente factura, pero que componen un conjunto menor.
Las fuentes literarias de Ribeyro se encuentran en los cauces del realismo del siglo XIX, especialmente en la escritura de Guy de Maupassant, y también en narradores como Stendhal y Antón Chéjov. A eso se debe, probablemente, que nunca se haya esforzado en ocultar una abierta preferencia por la concepción tradicional de la estructura y el lenguaje narrativos. Dueño de un estilo austero, calificado como tradicional por su afinidad con los modelos clásicos, evitó las técnicas experimentales de la novela moderna. Sin embargo, pese a este aparente conservadurismo formal, sus cuentos fueron una contribución decisiva para consolidar el paso de la narrativa indigenista a la narrativa urbana en el Perú.
Aunque es más conocido por sus cuentos, publicó también tres novelas. La primera de ellas, Crónica de San Gabriel (1960), es la más lograda y se encuentra ambientada en una hacienda serrana, cuyos personajes reproducen el sistema de explotación, injusticia y violencia de la sociedad peruana de mediados del siglo XX. Su siguiente novela, Los geniecillos dominicales (1965), desarrolla el tema del desencanto juvenil a través de las vivencias de Ludo Totem, personaje en el cual descubrimos rasgos autobiográficos del autor. Cambio de guardia (1976) se aparta de las técnicas narrativas tradicionales usadas por el autor en sus obras anteriores para relatar la historia de un golpe de Estado militar que cuenta con el apoyo de la oligarquía peruana. En todas estas novelas el autor retoma los temas de sus cuentos, mostrándonos su visión escéptica de la vida y reafirmando su preferencia por los personajes marginales.
Ribeyro es también autor de Prosas apátridas (1975), conjunto de breves apuntes, digresiones y reflexiones sobre la actividad literaria, y de la serie de aforismos Dichos de Luder (1989). El ensayo y la crítica literaria están representados dentro de su obra por los artículos reunidos en La caza sutil (1976). Es autor además de ocho piezas de teatro (algunas muy breves), entre las que destacan Santiago, el pajarero, inspirada en una tradición del escritor Ricardo Palma e incluida en una recopilación de su Teatro (1975), y Atusparia (1981), que desarrolla en forma libre el tema del levantamiento armado encabezado en 1885 por el alcalde indígena Pedro Pablo Atusparia en la sierra peruana.
Según el mismo autor, sus obras de teatro son retóricas y discursivas, construidas más sobre la palabra que sobre la acción, lo que ha restado posibilidades a su puesta en escena. Durante sus últimos años de vida comenzó la publicación de su diario personal con el expresivo título de La tentación del fracaso, del que se han publicado los tomos correspondientes a los años 1950-1960 (1992), 1960-1974 (1993) y 1975-1978 (1995). Póstumamente se dio a conocer la correspondencia que mantuvo con su hermano, de la que se ha publicado un volumen bajo el título Cartas a Juan Antonio. Tomo I: 1953-1958 (1996). (Biografiasyvidas.com)
A partir de los 12 años